
Ayer se celebraron 50 años desde que la perra rusa laika (en
ruso Лайка, que ladra, además de ser
una raza de perros de
Siberia y el norte de
Rusia) fue el primer ser vivo en orbita y lo hizo a bordo de la nave
soviética Sputnik 2 , el 3 de noviembre de 1957 y ocurrió casi un mes después de que el
Sputnik 1, el primer satélite ruso saliera en al espacio.
laika era una perra callejera que fue elegida entre cientos de canes junto a otros 2 Albina y Mushka, por su resistencia. Para acostumbrarla a su pequeño compartimiento en el cual viajarian, fueron mantenidas en jaulas cada vez mas pequeñas por periodos de 15 a 20 días. Los responsables de la misión sostenían, y no se equivocaban, que los perros callejeros eran capaces de sobrevivir a condiciones mas adversas que los perros de hogar... y un viaje espacial no seria precisamente un camino de rosas.
La URSS anuncio que el animal viajaría y volvería al cabo de 10 días en orbita y descendería a través de una capsula y luego un paracaídas, sin embargo, esto era totalmente falso ya que los soviéticos en realidad no sabían como hacer regresar la capsula y que sobreviviera un ser vivo en esta. los ingenieros tenían planeado mantenerla en orbita hasta que las reservas de oxigeno se agotaran. La verdad salio a las luz luego de 45 años. en el congreso espacial mundial del 2002 se informo que, en realidad, que laika murió a las pocas horas después del inicio de la misión debido a las altas temperaturas el pánico.
Como Moscú había anunciado inicialmente que Laika tenía suficiente alimento para su viaje y que regresaría a la Tierra, muchas personas estuvieron pendientes de esta misión e incluso algunas aprovecharon para realizar bromas: y una de ellas ocurrió en nuestro país, en Santiago estuvieron convencidos de que la perra Laika había caído en la ciudad. Las personas, vieron descender en paracaídas a un gran can que se asocio con la conocida Laika, pero poco después de que el animal llegase a tierra se comprobó que se trataba de un perro y no una perra y que todo el montaje no era más que el fruto de la imaginación de un bromista que lanzó el animal en paracaídas para divertirse a costa de la psicosis de "perras voladoras" que se daba en todo el mundo.
El Sputnik-2 reentraría en la atmósfera terrestre en abril de 1958, con la pequeña perrita muerta, destruyéndose para siempre.